jueves, 31 de mayo de 2012

Se necesitan pívots...

  • El Caja Laboral destroza al Madrid en un polémico partido que se decidió en la prórroga.
  • Llul no pudo con un espectacular Brad Oleson.
El Baskonia es un gran equipo, independientemente de las críticas, de los que hablan de los árbitros. Ayer, pese a la polémica, se vio un conjunto vasco mucho más compenetrado que el Madrid, que parecía un catálogo de estrellas más que un equipo.


El Caja salió muy defensivo, conscientes de que evitando que los blancos tirasen ganarían, y agotó todas las posesiones de los visitantes, impactados por el Fernando Buesa Arena.

En el primer parcial, las cosas eran favorables para los locales, que manejaron la situación con madurez y calidad.

Impulsados por la calidad de Oleson y Bjelica, al descanso el resultado siguió siendo favorable para los vascos, que endurecieron el partido en ataque.

La segunda parte del encuentro tuvo un protagonista, Sergio Rodríguez. El ex-NBA agilizó el juego para reconciliar al partido con el baloncesto. Así, al final del tercer cuarto el Madrid parecía tener el partido sentenciado.

Sin embargo, el último cuarto fue un reflejo de la impotencia madridista de esta temporada, en la que no les sale nada en los partidos importantes, como el del 29 de mayo pasado.

Pese a los casi el doble de rebotes que el rival, seis minutos sin anotar condenaron a Pablo Laso a tener que comerse la cabeza buscando soluciones, ya que si el próximo treinta y uno ganan los del norte, el Real Madrid vivirá otro año sin ganar la liga.

Los visitantes estallaron cuando el árbitro del encuentro expulsó a Tomic y, con él, a todos los pívots del equipo, ya que era el último que quedaba sobre la cancha.


Y cuando restaban segundos, Llul dio un halo de esperanza a los blancos con un espectacular triple que les enganchaba al partido.

Sin embargo, en la prórroga, tras cuatro minutos y medio de igualdad, la película era la misma, el Madrid necesitaba un líder, y sólo tenía tres décimas para encontrarlo.

Lo cierto es que los visitantes lo buscaron, pero el palmeo no llegó. El Caja se quedaba a las puertas del título. 


Lo que quedó claro en el partido es que en el baloncesto, para ganar, se necesitan pívots, y el Baskonia los tiene.




domingo, 27 de mayo de 2012

Y reinó el fútbol

  • El Barcelona gana la Copa del Rey tras vencer al Athletic por 3-0.
  • Impulsados por la línea de medio centro y Pedro, desactivaron la defensa bilbaína.
El ambiente estaba caldeado, en los aledaños del Calderón se hablaba de la posible pitada al himno y no del espectáculo que se iba a ver en el césped. Nadie quiso callarse, ni desde Madrid desde Barcelona o Bilbao se cortaron a la hora de dar su opinión.

Sin embargo, en la hora de la verdad el protagonista fue el balón y no la bandera, fue la grada por su forma de animar y no de protestar. Es cierto que hubo pitada, unos silbidos ensordecedores que durante veintisiete segundos alargaron la cara del príncipe, pero eso fue todo. El fútbol bajó los humos del ambiente.

Dos cubregradas daban color al Vicente Calderón, dos mosaicos de los que salen a pasear en las grandes noches. En el fondo sur, un Força Barça encabezado por el escudo blaugrana impulsaba a los suyos, mientras que treinta y cinco mil cartulinas rojiblancas decoraban el sector norte.


En lo deportivo, el Barcelona salió con todo, concienciados de que el mejor entrenador de la historia no se podía ir sin ser campeón una vez más, sin hacer las delicias del mundo en su última noche.

Así, en la primera jugada del partido, Messi disparó demasiado ajustado al palo, en la segunda, Aurtenexe salvó bajo palos y, tal y como dice el refrán callejero, a la tercera fue la vencida.

En el rechace de un saque de esquina, el canario se dio la vuelta y venció a Gorka, abatido y con cara de circunstancias al sacar el balón de las redes. 
Después de esa ocasión, los ánimos culés no bajaron.

De nuevo Messi, liderando la frontal con su magia, se topó con la estirada de Gorka. Sin embargo, cuatro minutos después, no falló. Recibió un pase milimétrico de Iniesta para poner tierra de por medio en el marcador con un disparo alto.
 

Cinco minutos después, Pedro, máximo representante del buen juego catalá, remató un pase de Messi para sentenciar la final y el año del Athletic, que no ha visto recompensado su trabajo en las competiciones que ha jugado.

Fue entonces cuando reaccionó el equipo de Bielsa, de forma inútil ya que la defensa liderada por Mascherano no dio opciones a la delantera vasca. Y cuando ni el argentino ni Piqué llegaban,aparecía Pinto, mucho mejor portero que lo que dicen los críticos.

Salvó en una ocasión ante Susaeta con una estirada y, en el último compás de la primera parte, los leones protestaron un penalti no pitado de Piqué sobre Llorente, claro tras ver la repetición.
 
Un centro-chut de Muniaín salvado por el ex céltico fue lo último antes de que los jugadores abandonasen temporalmente el campo. Tras la reanudación, Bielsa volvió al 9 de mayo, haciendo los mismos cambios que en Bucarest, introdujendo a Íñigo Pérez y a Ibai Gómez, sin éxito de cara al gol.

El Barça entonces se lo pasó bien, hizo un rondo con su rival y esperó a que el árbitro pitase para lanzarse al campo a celebrar una nueva copa. El Athletic, por su parte, buscó el gol de la honra, pero ni eso se podía lograr con un Barcelona así.
 
Cuando llegó el final, las lágrimas rabiosas se apoderaron del Athletic, mientras que los catalanes volvieron a casa al grito de "Guardiola, Guardiola".


Lo que quedó claro fue que, pase lo que pase, siempre reinará el fútbol, que el deporte siempre es estético, independientemente de los aficionados o de los políticos.