- Los griegos empataron con diez un partido que parecía perdido durante la primera mitad.
- Karagounis falló un penalti que provocó Szczesny.
- Con este empate, unido a la victoria de Rusia, el grupo 1 se aprieta.
La
Eurocopa. Parecía que nos habíamos olvidado de ella, que ya no
recordábamos los épicos partidos que se suceden en el máximo torneo del
viejo continente.
El
de hoy ha sido uno de ellos, en los que ningún ingrediente fallaba, en
el que dos equipos se turnaban al frente de los fuegos por momentos,
depositando el peso en los jugadores que le ponían la salsa al
encuentro.
Polonia
empezó impresionando, causando el asombro de todos los espectadores que
no conocían este joven equipo. Apoyando todo su juego en las bandas,
las subidas de Piszczek fueron desmantelando una y otra vez a los
helenos.
Las
ocasiones no se hicieron de rogar, y los balones fueron llegando
rápidamente a Lewandoski, que falló al no conseguir rematar un centro
ante Chalkias.
Sin
embargo, a la siguiente no perdonó, y tras una galopada y un pase alto
de Blaszczykowski, un cabezazo del punta del Dortmund resultó imparable
para el portero.
Así,
cedieron el centro del campo a Karagounis, recurrió a filtrar balones
tanto a Samaras como a Ninis, ambos desaparecidos en combate.
Cuando
Grecia reaccionaba, Velasco Carballo destrozó todas las ideas que
Fernando Santos tenía para el descanso al expulsar a Sokratis
Paspathopoulos por dos faltas que no merecieron en ningún momento ser
sancionadas.
Mientras
los de azul protestaban, otro terrible error del colegiado madrileño
desató la ira de los visitantes al no pitar una clara mano en área
polaca.
Polonia
no supo reaccionar al tanto, que les sentó como un golpe certero que
roza el K.O, a ellos que se vieron ganadores durante tanto tiempo.
Sin
embargo, las vueltas del fútbol hicieron que los locales terminasen
dando por bueno el empate cuando Szczesny cometió penalti y se fue al
vestuario. Entonces se apareció la virgen en Varsovia, ciudad creyente
como pocas en el mundo.
El
suplente Tyton entró al campo y, cuando las casas de apuestas casi
colocaban el 1-2 en sus momitores, le sacó una mano al gran Karagounis
para chorrear de aceite la gran receta.
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