- Falcao, Diego, Arda Turan y Adrián revolucionan el Calderón en el regreso del "Cholo" Simeone.
- El Villarreal aumenta su crisis, aunque con Molina el juego parece mejorar.
Llegaba Simeone, volvía la garra al Manzanares, estadio que venía de presenciar dos derrotas frente al Betis y al Albacete. Llegaba Simeone y volvía la intensidad, la lucha, la pelea, el buen juego y esa facilidad que tienen los colchoneros para atropellar al rival, para encontrar a un delantero polivalente que enamora jornada tras jornada al seleccionador Vicente del Bosque y reclama un hueco en la pelea por la Euro.
Así se llegaba al descanso, dominio constante del Atleti y miedo del Villarreal. Por primera vez en mucho tiempo, la hinchada local creía en la posibilidad de jugar el año que viene la Champions, con los grandes, en el escalón que se merece por historia y animación de sus fans, por presupuesto, por calidad, por todo.
Los locales bajaron el ritmo en la segunda mitad, ya que, tras una genialidad e Adrián, Falcao fue derribado por Gonzalo -fuera del área- y el árbitro señaló la pena máxima. El sudamericano tiró de clase y puso el 2-0, que parecía definitivo.
Después, entre Diego López y la mala suerte, aguantó el submarino, pero, tras un pase magistral de Filipe Luis, Diego humilló a los valencianos con una genialidad de esas que le llevaron al estrellato del fútbol mundial, de esas con las que se gana día a día la ovación del Calderón, que premió al colombiano, a Ribas, a Adrián y a Arda Turan.
Esos fueron los bravos del domingo que, con la salsa del Manzanares, le dieron el picante necesario a un Atleti que, sin Simeone, estaba sin rumbo.
Después, entre Diego López y la mala suerte, aguantó el submarino, pero, tras un pase magistral de Filipe Luis, Diego humilló a los valencianos con una genialidad de esas que le llevaron al estrellato del fútbol mundial, de esas con las que se gana día a día la ovación del Calderón, que premió al colombiano, a Ribas, a Adrián y a Arda Turan.
Esos fueron los bravos del domingo que, con la salsa del Manzanares, le dieron el picante necesario a un Atleti que, sin Simeone, estaba sin rumbo.
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